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Por Lala Antunéz

En un encuentro exclusivo en Punta del Este, Bodega Garzón presentó la nueva imagen de las líneas de vinos Single Vineyard, Reserva y Estate. Durante el evento también se degustaron vinos de la nueva añada 2022 y se comunicó el nombramiento del enólogo Germán Bruzzone como nuevo Gerente de Bodegas y Viñedos.

En agosto, Bodega Garzón presentó a clientes, amigos y prensa las novedades que tiene para este año con una cena exclusiva en el restaurante Elena ubicado dentro del complejo Fendi Château. Al comienzo del evento se dieron a conocer las características de las nuevas etiquetas de las líneas de vinos Single Vineyard, Reserva y Estate. Y en el transcurso de la noche se degustaron los vinos blancos y rosados de la nueva añada 2022 y vinos tintos de guarda de la añada 2020.

El encuentro contó con la presencia especial y palabras del enólogo asesor Alberto Antonini, el managing director Christian Wylie y el enólogo Germán Bruzzone, recientemente nombrado Gerente de Bodegas y Viñedos de Garzón.

Wyle explicó que el rediseño de las etiquetas es parte de una estrategia y filosofía que caracteriza a la bodega desde sus inicios: la mejora continua. “Es parte del ADN de Garzón siempre ir a más y destacar el terroir. Es un cambio muy importante que estamos haciendo a nivel global, porque la bodega ya está presente con sus vinos en más de 60 países. Para nosotros lo mejor siempre está por venir”, expresó.

En el marco del evento, tuve la oportunidad de entrevistar a Antonini, promotor de una enología honesta y una cultura enfocada en hacer las cosas con calidad. Conversamos sobre sus inicios como enólogo, de su misión como asesor a nivel mundial y específicamente sobre su trabajo en Bodega Garzón. ¡Los invito a conocerlo a continuación!

A sus 62 años de edad el italiano Alberto Antonini es uno de los enólogos y asesores de bodegas más respetados e importantes del mundo. Italia, Argentina, Chile, Estados Unidos, Portugal, Canadá, Uruguay, Australia y Armenia son solo algunos de los países en los que actualmente se desempeña como consultor y, en ocasiones, productor.

Antonini nació, creció y vive con su familia en Empoli, un pequeño pueblo de la Toscana, a unos 30 km al oeste de Florencia. Hijo de profesores, desarrolló la pasión por la vitivinicultura desde niño, viendo a su padre producir vino para el consumo de familiares y amigos en una pequeña finca con dos hectáreas de viñedos y olivos. Cuenta que siempre le gustó trabajar en el campo. Así fue que primero se graduó en Ciencias Agrarias en la Universidad de Florencia (Italia), para después especializarse en Enología en la Universidad de Burdeos (Francia) y en la Universidad de California Davis (Estados Unidos).

En 1995 su pasión lo llevó a la Argentina donde se enamoró de la Malbec y fundó la bodega Altos Las Hormigas junto a Antonio Morescalchi en Luján de Cuyo, Mendoza. A Uruguay llegó en 2007 de la mano del empresario argentino Alejandro Bulgheroni y su esposa Bettina Guardia para darle vida a Bodega Garzón y a vinos finos que son pura expresión de su terruño.

Desde que Antonini dejó su trabajo como enólogo full time en reconocidas bodegas italianas para fundar Gruppo Matura en 1996 y dedicarse a la asesoría, maneja un ritmo de vida intenso y desafiante. El 60% de su tiempo viaja brindando su expertis para lograr vinos únicos, auténticos y fieles al terruño de cada lugar. Pero no se cansa, todo lo contrario. Viajar para conocer culturas y terruños diferentes, y mejorar la calidad de muchos vinos del mundo lo estimulan y le generan placer. “Para mí la vitivinicultura no es un trabajo, es mi vida“, señaló al inicio de la entrevista.

¿Qué lugar ocupa el vino en la vida de Alberto Antonini?

Un lugar muy importante, porque ha estado presente gran parte de mi vida. Es mi pasión desde niño. Y creo que le debo mucho, no solo porque me ha dado de comer todos estos años, sino porque también me ha permitido crecer como persona, viajar alrededor del mundo, trabajar en diversos lugares, hablar en diferentes idiomas y conocer distintas culturas. Ha sido un gran compañero de vida.

¿Qué te motivó a dedicarte a la consultoría luego de trabajar como enólogo full time en bodegas italianas muy importantes como Frescobaldi, Col d’Orcia y Antinori?

Cuando llegué a mis 38 años de edad comencé a sentir ganas de desarrollarme en un ámbito más amplio. Me sentía demasiado cómodo en donde estaba, necesitaba más adrenalina, tener grandes desafíos y enfrentarme a mayores dificultades. Es decir, situaciones que me estimularan a dar lo mejor de mí mismo. Lo que hice fue, simplemente, seguir un instinto y cumplir con lo que sentía adentro.

¿Cuál ha sido tu misión como consultor en estos 26 años junto a Gruppo Matura?

Mi misión es ayudar a mis clientes a hacer vinos mejores y auténticos, que vengan primero de la confianza del productor. Me gusta compartir con los vitivinicultores y enólogos que trabajo cuál es mi experiencia, conocimiento, visión y concepto de hacer vino, pero sin ser demasiado invasivo. Es decir, que al final sean los viticultores y enólogos locales quienes estén en el centro de los proyectos.

¿De qué manera llevás a cabo esa misión?

Mi consultoría no es igual en todas las bodegas, depende de las necesidades de cada una, pero en términos generales, primero tengo que entender dónde me encuentro y conocer el terruño, es decir la combinación mágica de suelo, planta y clima. En ese proceso los vitivinicultores y enólogos también me entregan su conocimiento, que es mucho más vasto que el mío porque viven en el lugar. Luego, cuando me siento cómodo con todo lo aprendido, me enfoco en la parte más técnica y enológica de transformación: en cómo se elaboran, fermentan y crían los vinos. Recién después comienzo a compartir ideas y dar herramientas que vienen de mi experiencia, de mi química con el lugar, la uva y el suelo.

Yo soy un consultor y un consultor da consejos. Mi labor es entregar mi conocimiento, pero también aprendo mucho de los conocimientos de los profesionales con los que trabajo. Siempre digo a modo de broma que me pagan mucho por el trabajo que hago, pero no me cobran nada por lo mucho que aprendo.

¿Cuál fue la primera impresión que tuviste de Garzón como región vitivinícola?

Vi un lugar mágico. Fue una fuente de inspiración. Me gustó muchísimo la complejidad del lugar, la gran calidad del suelo, la biodiversidad de su naturaleza con muchos animales y plantas, y la cercanía al Océano Atlántico. El mar es fuente de vida y el aire frío que entra todos los días en los viñedos ayuda a tener plantas más sanas y felices. Fue asombroso encontrar un lugar del Nuevo Mundo con características ambientales más similares a las de Europa. Además el suelo es de una roca madre granítica y el granito es uno de los suelos más importantes del mundo, responsable de muchos vinos de alta gama.

¿Cuáles fueron los desafíos que enfrentaste al comenzar a trabajar en Garzón en 2007?

Al principio el gran desafío fue entender el lugar porque no teníamos referencias previas. En esa época no había viñedos en la zona, Garzón fue el pionero de esta región. Ante este panorama, uno puede sacar conclusiones con base en la experiencia, pero no es fácil, surgieron varios signos de pregunta. Tuve que juntar información del clima y del suelo, más allá de que mis intuiciones respecto al lugar fueran positivas. Y armamos un equipo de trabajo con Germán y el ingeniero agrónomo anterior Eduardo Félix. Con ambos pude profundizar en muchos temas, ellos aportaron el conocimiento sobre Uruguay y las variedades que plantaron, y yo aporté mi experiencia en distintos terruños del mundo. Por ejemplo, descubrí similitudes entre el terruño de Maldonado y el de Galicia, región de España también cercana al Atlántico y con suelo de granito. Fue un trabajo en equipo donde cada uno puso lo suyo, terminamos con un plan de plantación y con un gran desafío que era producir vinos de calidad.

15 años después, ¿cuáles son los desafíos?

Ser mejores. En esta profesión uno no tiene que quedarse contento con lo que hace sino que siempre tiene que aspirar a levantar la vara. Hacer y aprender de los errores es la única manera de adquirir experiencia. Germán, yo y todo el equipo nunca estamos 100% satisfechos. Siempre queremos hacerlo mejor. Creo que es un proceso que nunca va a terminar, siempre tenemos ideas nuevas y el objetivo de mejorar la calidad.

Por ejemplo, el restyling del packaging que presentamos en Fendi Château es un gran avance. Con las nuevas etiquetas se buscó mejorar la imagen para que sea coherente con el líquido que está adentro, que claramente es mejor año a año. Hoy el posicionamiento es otro que al principio. Quizás las anteriores etiquetas eran menos ambiciosas, más simples. Las etiquetas nuevas están pensadas para entregar una sensación de mayor elegancia y complejidad que las anteriores.

¿Cómo es el trabajo junto a Germán Bruzzone y Christian Wylie?

En estos 15 años trabajando con Germán nuestra relación ha sido muy buena. Nuestras experiencias se fusionaron muy bien y los resultados que logramos juntos han sido interesantes, sobre todo si pensamos que la producción de vino es un proceso de muy largo plazo. Diez años en el vino no son nada, sin embargo en diez años hemos logrado posicionar los vinos de Garzón a nivel mundial, cosa linda que también pasó gracias a que se sumó Christian al equipo dándole un empujón grande a la visibilidad de los vinos con un gran trabajo de marca y marketing, y posicionándolos con los mejores distribuidores del mundo.

Claramente, sin el compromiso y pasión de la familia Bulgheroni no podríamos haber hecho nada. Siempre les agradezco la confianza que nos dieron para trabajar tranquilos. Nunca nos presionaron en búsqueda de resultados inmediatos. Desde el día uno nos comunicaron que su compromiso era a largo plazo porque el vino no es algo que da resultados de un día para otro, hay que ser pacientes. Tal vez un cocinero es más afortunado porque puede probar un mismo plato cuatro veces en un día, pero nosotros podemos probar y hacer ensayos solo una vez al año.

El nuevo cargo de Germán como Gerente de Bodegas y Viñedos significa mucho para Garzón, le estamos dando al mundo el mensaje de que nosotros realmente miramos al negocio como una cosa única. Que la persona que hace el vino sea la misma que se preocupa de manejar y darle la dirección al viñedo es lo que está pasando en muchos proyectos de alta gama en el mundo.

¿Cuál es la filosofía detrás de los vinos de Bodega Garzón? ¿Se identifica el sello Antonini?

No hay un sello de Antonini en Garzón. Germán junto a su equipo son los que realmente hacen casi todo el trabajo y yo participo con mi experiencia. Además no nos gustan mucho los vinos de enólogos, son aburridos, nos gustan los vinos de lugares. En Norteamérica se habló mucho del enólogo como un rockstar, pero no necesitamos estrellas para hacer un buen vino, necesitamos trabajo duro y profundo en equipo.

Los vinos de Garzón representan muy bien los conceptos de pureza y autenticidad. Nuestra misión consiste en entregar al mundo vinos sin demasiada manipulación, que sean pura expresión de las distintas variedades de uvas que producen. Hacemos vinos sin maquillaje ni distracciones. En la vitivinicultura y sobre todo en la enología no utilizamos madera invasiva. Tenemos mucha confianza en que la naturaleza de un lugar mágico como Garzón nos está entregando una materia prima fantástica. Con el Tannat tuvimos la suerte de estar en un lugar donde la uva madura mejor, donde los taninos son más jugosos, finos y elegantes. Gran parte del éxito es de la naturaleza.

¿Cómo está posicionado el terruño de Garzón a nivel mundial?

Garzón tiene granito, uno de los suelos más prestigiosos del mundo y del que han nacido los vinos más importantes.

De todas formas, al mundo le falta conocer un poco más la región, pero es cuestión de tiempo. Nosotros no tenemos mucho pasado como otras regiones con 250 años de historia, pero sí tenemos un gran futuro.

¿Cuáles son las principales características de los vinos 2022?

Los vinos de Garzón son hijos de este lugar, entonces son generosos, amigables, pero también tienen un nivel de complejidad aromática y gustativa muy interesantes. Son vinos que cambian bastante según el año. Hay años más secos, donde se logran vinos con más intensidad y potencia. Y hay años con más lluvias, donde los vinos no son tan potentes, pero son frescos y tienen mejor acidez.

El 2022 ha sido un año bastante heterogéneo con un típico clima Atlántico, con eventos de lluvias intensas a las que los siguieron días de sol. Así fue que obtuvimos blancos y rosados bastantes consistentes, frescos, con buena fruta y acidez, vibrantes, largos en boca y minerales. Y por otro lado obtuvimos diversidad de tintos, los cosechados después de las lluvias son más livianos y frescos, y los cosechados en días despejados tienen mayor concentración, intensidad y estructura.

¿Qué factores son los más importantes para producir vinos de alta gama?

Dos cosas: estar en un lugar de calidad y la poca manipulación. Es clave hacer las cosas de una manera más natural, auténtica y pura sin pensar en un mercado en particular. Los mejores vinos nacen de los grandes terruños, con gente que está enfocada en interpretarlos para hacer los mejores vinos posibles sin manipular demasiado lo que le entrega la naturaleza. Cuando uno no tiene confianza en lo que hace, ni en su equipo, ni tierras, se distrae con el mercado. El mercado tiene que ser el lugar que disfruta de la diversidad que da la naturaleza, no tiene que ser el lugar que te dice qué hacer porque así es que surgen productos comerciales poco interesantes. Hay que hacer vinos que combinen de la mejor forma el suelo, la variedad y el clima porque al final de cuentas, cuando se hacen vinos de alta gama, puros y auténticos del terruño, la que manda es la naturaleza. Nosotros, en Garzón, no pensamos en un mercado específico, estamos enfocados en el carácter e identidad de los vinos. Después es el consumidor el que elige.

Si tuvieras que elegir un vino Garzón ¿cuál sería y por qué?

Para mí tomar vino es una experiencia, porque cada vino tiene su historia, cultura y te entrega algo diferente. Obviamente uno tiene sus preferencias, pero cambian según el día y el momento en que lo tome. Podría decir que el Tannat es uno de mis favoritos porque me ha gustado mucho darle el lugar que se merece en el mundo, creo que Garzón hoy en día es el responsable en poner el Tannat de calidad en el mapa del vino mundial. Y además el Albariño, porque fue un descubrimiento y desafío interesante al no tener referencias previas de la variedad en la región. Cuando elegimos plantarlo era un signo de pregunta y finalmente el resultado fue un éxito a nivel global, tanto así que no tenemos suficiente para cubrir la demanda. El Tannat y el Albariño son dos vinos que me hacen sentir muy bien con mi trabajo.

Al finalizar la cena, Alberto Antonini autografió y obsequió a los invitados una botella de Single Vineyard Tannat 2020, vino recientemente premiado con las medallas de Oro y Trophy en el prestigioso concurso International Wine Challenge 2022.

Fotografías: Gentileza Bodega Garzón

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